La entrada de hoy es un homenaje al coraje y la valentía de dos hombres, que pusieron todo su ingenio para salvar muchas vidas.
El primero de ellos, Ángel San-Briz, (Zaragoza, 1910 – Roma, 1980) fue un joven diplomático español, que recibió su destino como Encargado de la Legación Española en Budapest en junio de 1944
Los judíos en Hungría habían gozado de relativa paz hasta marzo de 1944, fecha de la invasión Alemana, y aunque tarde la persecución judía fue brutal. Se calcula que en dos meses unos 565.000 judíos húngaros fueron enviados directamente a Auschwitz, que por aquel entonces funcionaba a pleno rendimiento como maquinaria de exterminio.
Ante el recrudecimiento de la guerra, Ángel decide que su esposa, que estaba embarazada y su hija de dos años, vuelvan de nuevo a España, así que las acompaña hasta Hendaya, regresando él solo de nuevo a Budapest.
Allí viendo lo que les sucedía a los judíos, y habiendo informado al Gobierno de España de la existencia del Holocausto, decide hacer todo lo que esté en sus manos para ayudarles.
Amparándose en un antiguo (y ya caducado) Real Decreto de Primo de Rivera de 1924 en el que se les daba la nacionalidad española a los judíos sefardíes, descendientes de los expulsados por los Reyes Católicos, consigue la autorización por parte del Gobierno Húngaro de 200 “unidades”, para proteger a estos ciudadanos Españoles.
Primero convirtió esas 200 ”unidades” en 200 “pasaportes familiares”, y luego fue añadiendo letras: 1 a, 1 b, 1 c, etc. para salvar a más personas sin sobrepasar nunca el número 200 adjudicado.
Posteriormente decidió por propia iniciativa, sin consultar con Madrid, alquilar ocho casas para albergar a los judíos, que rotuló como “Anejo a la Legación Española”.
En el conjunto de todas sus labores de protección se cree que consiguió salvar a 5.200 personas, de las cuales solo unas 200 eran realmente de origen sefardí.
Cualquier cosa le servía para declarar la relación de una persona con España, como lo demuestra el caso de Eva Leitman Bohrer.
La familia de Eva vivía en Budapest y en 1939 su abuela Rószi, viendo que la situación empezaba a ponerse difícil, decide trasladarse a Tánger, y posteriormente en 1943 a Madrid, donde regentó hasta 1944 un restaurante de comida húngara, escribiendo a su hija Katalin que aún vivía en Budapest en condiciones muy difíciles, pues había perdido a su marido y tenía dos hijos pequeños, uno de ellos Eva, que había nacido hacía pocos meses en un sótano al refugio de las bombas.
Cuando Katalin se entera de la existencia de estas casas de acogida se presenta en la embajada española, aun sabiendo que ellos no tenían ascendencia sefardí, presentando lo único que se le ocurrió: la carta de su madre con el sello de correos español. Eso le valió a Ángel Sanz-Briz para establecer su vínculo con España e incluir a Katalin; a sus hijos, Tomi y Eva, y al abuelo entre las personas a salvar.
Eva, que reside en Madrid, considera que ha salvado la vida gracias al “Ángel de Budapest”, como ella le llama. Recientemente ha podido recopilar la historia de su familia en el libro «Los papeles secretos de Pape»
Ángel San-Briz recibió el título de “Justo entre las naciones” y posteriormente también lo recibió nuestro segundo protagonista, Giorgio Perlasca, que merece una reseña especial.
Giorgio Perlasca, (1910-1992) era un ciudadano italiano, veterano de la Guerra Civil Española como ex combatiente a favor de Franco.
Llegó a Budapest por cuestiones de negocios, pero posteriormente al ser perseguido por los alemanes, busca la protección española. Sanz-Briz le protege otorgándole en octubre de 1944 un pasaporte español y le aloja en los locales de la propia Legación, empezando a cooperar con Sanz-Briz en su labor de protección a los judíos.
Ante la inminencia de la entrada del Ejército soviético en Budapest, Ángel Sanz-Briz recibió instrucciones de parte del gobierno de España de marcharse de Budapest rumbo a Suiza, saliendo el 7 de diciembre de 1944
Jorge, como ahora se llamaba, con un valor y astucia increíbles, se hace cargo de la Legación Española, haciendo creer a las autoridades húngaras que España le había nombrado nuevo Cónsul en sustitución de Sanz-Briz, continuando con la labor que este había iniciado, cuidando a los protegidos hasta la liberación de Budapest por el ejército ruso el 16 de enero de 1945. El gobierno español no estaba al tanto de existencia de Perlasca ni de su trabajo en favor de los judíos.
¡Chapó por los dos!
Shalom