Hace poco alguien me preguntó por qué seguía vinculada a las actividades de GBU a pesar de que ya terminé la Universidad. Buena pregunta… pero mi respuesta tuvo que remontarse a cuando empecé la carrera de medicina…
El mundo universitario era algo totalmente distinto a lo que estaba acostumbrada. Me eduqué en un colegio católico y allí mis compañeros eran “más o menos” creyentes, pero en la Universidad, la cosa cambiaba. Me sorprendió ver que la mayoría de jóvenes practicaban de maravilla el “pasotismo” en las cuestiones referidas a Dios, o se confesaban abiertamente ateos o balbuceaban teorías científicas o filosóficas a las que parecían aferrarse como si fueran la verdad absoluta. Si intentaba hablarles de Cristo el rechazo era tal que me sentí como si remara en una barquita, yo sola, contracorriente, con todas mis fuerzas, pero sin moverme del sitio. (Marcos 6:45-51)
Así pasé 5 largos años de universidad, hasta que al llegar a sexto curso, alguien me habló de GBU. ¿GBU? Sí, un grupo de cristianos universitarios que al parecer se reunía para estudiar la Biblia. Y decidí asistir a una de sus reuniones. Éramos cinco personas, de diferentes carreras, de diferentes iglesias, e incluso de diferentes países, y allí estábamos, hablando del maravilloso vínculo que nos unía, Jesucristo; pero con dificultades para lograr que otros participaran de Su Evangelio. Miré mejor a mi alrededor, y vi cinco almas como la mía, que remaban sin éxito en sus barquitas en dirección contraria a la que el mundo quiere marcar, que es lejos de Cristo. En GBU aprendí que si nos subíamos todos en la misma barca avanzábamos. Si un día mis fuerzas flaqueaban, mis hermanos me ayudaban a recobrar la energía e ilusión necesarias para progresar en ese ambiente tan hostil a nuestra fe.
En GBU hay una meta interna: el crecimiento espiritual del grupo a través del estudio de la Palabra de Dios, y un objetivo externo: llevar el Evangelio a todos esos universitarios que se pierden en vanas filosofías, teorías fantasiosas o moralidades autofabricadas.
En GBU conocí jóvenes cristianos de EE.UU, África, Inglaterra, Alemania… estudiantes Erasmus que aterrizaban en un país ajeno, con costumbres diferentes, idioma diferente, pero que en la atea Universidad habían encontrado un pequeño oasis cristiano: el humilde grupo de GBU.
Tanto he recibido de mis hermanos, tanto me ha bendecido el Señor en el seno de este grupo, que no puedo dejar de remar a su lado. ¿Te animas tú también?
Sonia Martínez Sáez.