En la entrada de hoy vamos a ver algo que, aunque lejano en el tiempo, está muy cercano en nuestra la realidad de hoy día.

En 1939  Hitler, en el deseo de ahorrar gastos superfluos al estado,  ideó un plan, para lo cual encargó a su médico personal Karl Brant, y  a su secretario Bouhler, que autorizaran a ciertos médicos a dar una “muerte misericordiosa”  a “los incurables” cuyas vidas carecen de valor,  “vidas indignas de ser vividas” y  que además resultaban gravosos a las arcas del Estado,   “Enfermos mentales, epilépticos, minusválidos profundos, psicópatas, ancianos encamados, asociales, portadores de enfermedades congénitas y de afecciones hereditarias”

La operación se hace secretamente desde del de la calle Tiergarten Strasse número 4  de Berlín, por lo que se la llamó “Aktion T4”

Para este fin se adaptaron  seis centros  de “eutanasia” situados en Alemania y en la Austria anexionada,

Los directores de los manicomios, asilos etc., recibían unos cuestionarios con preguntas sobre sus pacientes, debían rellenarlos y después enviarlos a la sede central en Berlín, donde se analizaban los datos y se decidía qué personas eran consideradas no productivas.

Vehículo de transporte Fuente: Holocaust Encyclopedia- United States Holocaust Memorial Museum.

Estas personas eran trasladadas a los centros “de eutanasia “, en vehículos especialmente preparados, con la excusa de que allí podrían ser atendidos por especialistas y recibir un mejor tratamiento. A la familia no se le comunicaba este traslado.  En estos centros equipos de médicos y enfermeras organizados por las SS llevaban a cabo el plan. Cerca de 350 médicos estuvieron en relación directa con este programa. Hay que decir que los pocos médicos que se negaron a participar no fueron sancionados.

El método utilizado era la asfixia mediante monóxido de carbono en cámaras de gas especialmente diseñadas para tal fin, camufladas como cuartos de duchas.

Una vez se había acabado con sus vidas, sus cadáveres eran quemados juntos y sus cenizas mezcladas.

 “Estadística Hartheim”. Informe  en el cual figuraba una lista meticulosa de los ahorros económicos conseguidos  con el programa T4 .                                                                           Fuente: http://www.spiegelgrund.at

A los familiares sólo se les comunicaba que su familiar había fallecido de muerte natural o por una complicación médica. Si solicitaban sus cenizas se las enviaban aunque eran mezcladas.

70.273  personas adultas fueron asesinadas de esta manera desde enero de 1940 hasta agosto de 1941, en  que se tuvo que parar el programa, por la creciente presión social debida a las múltiples sospechas de los familiares y de la  sociedad en general. A esto ayudó mucho la valiente homilía del obispo de Münster Clemens von Galen.

Pero el cese fue aparente porque  la matanza de “vidas indignas” continuó, solo que a partir de 1941, se cambia de método, aplicando la privación de alimentos “terapia de hambre”, o las inyecciones de psicofármacos a dosis letales. Además, en vez de tener 6 centros dedicados a esta labor, las acciones se trasladan a cualquier manicomio o asilo.  Es la denominada “Eutanasia salvaje” que continuó activa hasta el final de la guerra en la primavera de 1945. De esta manera se calcula que murieron entre 100.00 y  200.000 adultos.

Los niños no escaparon a toda esta barbarie y fueron miles los niños que fueron asesinados a lo largo de todo este periodo.

Todo esto nos lleva a pensar cómo fue posible que médicos y enfermeras, educados para salvar vidas, pudieran insensibilizarse hasta el punto de poner en marcha, y mantener en funcionamiento, todo un sistema perfectamente orquestado para acabar con vidas humanas, amparándose en la idea de que eran vidas que no merecían la pena ser vividas y que su mantenimiento suponía un coste económico para el Estado.

La “experiencia médica acumulada” en todo este proceso fue clave para “la solución final al problema judío en Europa”, que comenzó  a ponerse en práctica justo en la segunda mitad de 1941, y que acabaría con la vida de millones de judíos en los campos de exterminio nazis, utilizando los mismos métodos, y muchas veces los mismos equipos sanitarios, que ya habían demostrado su eficacia en la “Aktion T4”.

Haremos muy bien sacar lecciones de todo esto para que la historia no vuelva a repetirse, porque la tentación sigue ahí, acechando con  los mismos argumentos.

Shalom