Otro año más que comienza… Un comienzo que generalmente se acompaña de buenos propósitos y deseos de cambiar algunos aspectos de nuestra vida para ser mejores y acercarnos más a eso que imaginamos que es la felicidad. ¿Quién no desea ser un poco más feliz? Si te paras a pensar en lo que ha ido sucediendo a lo largo de la historia de la humanidad, casi todas las acciones del hombre han ido encaminadas a buscar comodidad, placer, bienestar, salud… Y ciertamente, el privilegiado hombre occidental vive cada vez con más lujos a su alrededor, pero ¿eso le ha hecho ser más feliz?
Vivimos en una sociedad consumista donde la gente compra en masa aquello que está de moda, lo necesite o no. Elegimos la ropa según las tendencias de la temporada, compramos a nuestros hijos el juguete de moda aunque días después ya no le hagan caso… y podría pasar horas escribiendo ejemplos similares. Pero resulta curioso, todo lo que estaba de moda hace unos meses, ahora ya está pasado… Es cierto: todo lo que el hombre necesita para cubrir sus necesidades físicas cambia constantemente y las cosas quedan obsoletas, anticuadas, pasadas de moda en poco tiempo. ¿Pasa lo mismo con nuestras necesidades espirituales?
Si el hombre buscara su bienestar espiritual con la mitad de interés con que satisface sus necesidades materiales cambiarían muchas cosas en su vida. Pero se encuentra con un problema: parece que la religión, ser cristiano, Dios, no está de moda… Eso de ir a la iglesia, leer la Biblia… eso está anticuado, ¿no? Y los que piensan así siguen proponiéndose para el año nuevo hacer cambios en su vida que le hagan más feliz… ¿Es ese tu caso? ¿Sientes en tu interior que algo le falta a tu vida para ser más dichoso? ¿Te gustaría tener más gozo y paz en tu corazón? No busques todo esto en las cosas materiales que te rodean!!! Todo eso cambia!!! Hay algo que no cambia, que no pasa de moda, que resiste al paso del tiempo… La Palabra de Dios!!! Nos dice el Señor en la Biblia en Mateo 24:35 “El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán” ¡Qué maravillosa afirmación! ¿Depositarías tu fe en algo que no tuviera la garantía de ser para siempre?
El hombre construye sobre roca firme para asegurar que el edificio se sostendrá; nadie edifica sobre arenas movedizas ¿verdad? Sin embargo la fe de muchos sí está asentada sobre esas arenas en movimiento… sin tener claras sus ideas, confiando hoy en unos y mañana en otros… Muchos no han conocido el gozo de sentirse bajo el abrigo de Dios, no han experimentado su paz, no han sido renovados espiritualmente… y siguen dando palos de ciego para ver si dan con la felicidad.
Los cristianos no estamos exentos de problemas. Mentiría si te dijera que en mi vida como creyente no he tenido malos momentos. Pero sí te puedo asegurar que poseo algo valiosísimo que ahora intento compartir contigo: tengo a Dios Padre guiando mi vida, a Cristo perdonando mis pecados, al Espíritu Santo como mi consolador y compañero de viaje, tengo hermanos en Cristo con los que formo una iglesia al servicio de la obra de Dios, tengo un gozo que no se encuentra en otra parte, una seguridad maravillosa de que sea lo que sea de mi vida estoy en las mejores manos, siguiendo el mejor de los caminos… Sólo Cristo es el Camino, la Verdad y la Vida… y estas palabras… ¡no pasarán!
Hazte un precioso propósito de año nuevo: escudriñar la Palabra de Dios y promover que otros también la conozcan.
Que el Señor te bendiga.
Sonia Martínez.