Hay algo especial en el relato contado por un superviviente del holocausto, algo que nadie puede transmitir salvo los que lo vivieron.

Muchos de los que sobrevivieron al holocausto durante mucho tiempo no contaron a nadie lo que habían vivido, ni siquiera a su familia más cercana. Tenían sentimientos muy encontrados,  a veces hasta sentían vergüenza y culpabilidad por haber sobrevivido. Pero muchos de ellos, con el paso de los años vieron que su deber era hablar, contar aquello que vivieron, precisamente en honor a los que no lo pudieron contar porque no sobrevivieron, y pasado este tiempo de silencio han iniciado una nueva etapa de su vida en la que narran su testimonio ante auditorios muy variados, desde colegios y universidades hasta medios de comunicación, para contar a todos cuantos les quieran oír lo que pasó, en la esperanza de que se sepa para que no vuelva a repetirse.

Y cada vez que se cuenta la historia, de alguna manera se revive de nuevo todo lo pasado y el corazón se duele, pero el espíritu se fortalece por la certeza de saber que se está haciendo lo correcto.

Los supervivientes cuando  terminó el holocausto, lucharon por sobrevivir, adaptándose a lo nuevo: nuevos países, nuevos idiomas, nuevas personas, nuevas vidas. La mayoría se casaron. En el caso de las mujeres, en muchas ocasiones debieron pasar algunos años antes de poder quedarse embarazadas, pero al final la vida triunfó y tuvieron sus hijos, que con mucho sacrificio sacaron adelante, proporcionándoles un oficio, unos estudios… Y esos hijos con el paso de los años les dieron nietos y los nietos bisnietos.

Fuente: madrimasd

Y después de tantos y tantos años, cuando recuerdan esa época tan dura, ahora rodeados de toda su familia, a veces tres generaciones, concluyen con una serenidad impresionante: ”Esta ha sido nuestra venganza. Mis hijos, nietos y bisnietos son mi venganza”

Y si se analiza en profundidad se llega a la conclusión de que es cierto. Hitler, el todo poderoso Hitler, se suicidó y ya no existe, y su apellido evoca lo peor del ser humano. Sin embargo ellos, a los que Hitler quería despojar hasta de su nombre, sobrevivieron y han  tenido la dicha de ver crecer a sus hijos, nietos y bisnietos, y su nombre se perpetúa en ellos.

¡Dulce venganza, que todas fueran así!

Shalom