Si hay un país que tuvo un comportamiento ejemplar con los judíos durante el holocausto, ese es Dinamarca.
Antes de la ocupación nazi vivían en Dinamarca unos 5.600 judíos, totalmente integrados en la vida del país. Esta pequeña comunidad judía se las arregló para ayudar a refugiados judíos que venían de otros países donde ya se les estaba persiguiendo, de manera que cuando Dinamarca fue invadida por los nazis, el 9 de abril de 1940, había en el país 1500 refugiados judíos extra, ascendiendo, por tanto, la población total de judíos a unos 7.100
El gobierno y el Rey Christian X, para evitar un derramamiento inútil de sangre, no opusieron resistencia a la invasión alemana, llegando a un acuerdo con los nazis según el cual podían seguir dirigiendo la mayoría de los asuntos de su país. Este acuerdo incluía una cláusula de protección de sus ciudadanos judíos. Y esto fue así en los dos primeros años de la invasión, pero en la primavera de 1943, a medida que las victorias de los aliados aumentaban y el movimiento de resistencia interna se fortalecía, la situación cambió.
A finales de agosto de 1943 el gobierno danés se negó a seguir aceptando las exigencias alemanas y renunció. Este sería el momento que los nazis aprovecharían para empezar a deportar a los judíos daneses fuera del país.
Se fijó la fecha de la noche del 1 de octubre de 1943 para que los alemanes empezaran a arrestar a los judíos, pero el plan de deportación fue filtrado intencionalmente por un diplomático alemán, Georg Ferdinand Duckwitz, y los daneses puestos en aviso, respondieron espontáneamente ayudando a los judíos. Fue un acto de solidaridad nacional en el que participó prácticamente toda la población: el gobierno danés, la policía, la resistencia danesa, la población civil y por encima de todo el Rey Christian X.
En un primer momento les proporcionaron lugares para esconderse en casas, granjas, iglesias u hospitales, donde médicos y enfermeras ocultaron a muchos judíos ( se calcula que los hospitales de Copenhague salvaron aproximadamente 2.000 judíos), que después trasladaron en ambulancias, e incluso en coches fúnebres, a la costa, donde pescadores en sus barcas de pesca, los llevaron a la vecina Suecia que había aceptado recibirlos.
Esta gran movilización del pueblo danés, dio como resultado que del total de 7.100 judíos solo 492 fueran arrestados por los alemanes y trasladados al gueto de Terezín en Checoslovaquia.
Pero aún allí siguieron ayudándolos y alentándolos, solicitando informes sobre ellos, enviándoles paquetes con comida y diversos enseres, y gracias a la estrecha relación que mantuvieron con ellos, los nazis no los trasladaron desde Terezín a Auschwitz y 342 lograron sobrevivir.
Cuando los judíos volvían a Dinamarca se encontraban con la grata sorpresa que sus casas y comercios estaban intactos, y sus jardines florecidos, porque sus vecinos los habían cuidado para cuando ellos regresasen.
Todo esto le ha valido a Dinamarca el título de “Justo entre las Naciones” por parte de Yad Vashem, el único país en el mundo que ha conseguido esta distinción.
Shalom