El Gueto de Varsovia, el mayor de todos los que implantaron los nazis, fue establecido el 16 de noviembre de 1940 confinando en el mismo a unas 450.000 personas en su mayoría judíos, o lo que era lo mismo al 30% del total de la población de Varsovia, en solo un área de solo 3,4 km2 que equivalía al 2,4% de la misma ciudad.
Había un promedio de seis a siete personas por habitación, que eran “alimentadas” con 184 calorías al día.
Con estas infames condiciones se desató, como era de esperar, una gran epidemia de tifus, lo que los alemanes tomaron como una confirmación de sus teorías de que los judíos eran portadores del tifus. Se estima que entre 1941-1942 un total de 100.000 personas fallecieron por la combinación de hambre, frio y tifus.

(*) Extraordinary curtailment of massive typhus epidemic in the Warsaw Ghetto (Lewi Stone, Daihai He,Stephan Lehnstaedt, and Yael Artzy-Randrup) Published Science Advancess, 2020 Jul. https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC7455495/
En este contexto Adam Czerniakov, primer líder del Consejo Judío del Gueto, logró convencer a los alemanes para crear una escuela donde se pudiera dar un “Curso sanitario” para estudiar el tifus y así intentar sofocarlo, siendo este el inicio de la clandestina Facultad de Medicina del Gueto de Varsovia, que funcionó desde mayo de 1941 hasta julio de 1942, cuando comenzaron las deportaciones a los campos de exterminio. (En total se deportaron en diferentes oleadas a 300.000 personas)
Y aquí viene lo que muchos consideran un milagro, porque en contra de todo pronóstico, justo antes de la llegada del invierno, en octubre de 1941, cuando todos esperaban que el frío provocara un aumento de casos, pasó todo lo contrario: las infecciones empezaron a bajar y la epidemia se redujo hasta detenerse. Entre las cusas de esto podría esgrimirse que mejoró ligeramente la nutrición para algunos (porque los alemanes se dieron cuenta que así podían trabajar más) y sobre todo que el Departamento de Salud y el Consejo Judío se involucraron intensamente en la lucha contra la epidemia, la educación para la salud y la higiene se convirtieron en los principales impulsos. (*)
La clandestina Facultad de Medicina llegó a tener 500 alumnos, de los cuales solo lograron sobrevivir 50 y de estos ocho completaron finalmente sus estudios médicos. El plan de estudios estaba perfectamente estructurado y contaba con prácticas clandestinas en consultas y hospitales. Los libros escaseaban, las condiciones eran durísimas, los riesgos muchos, y las esperanzas pocas.
Ante esto cabe preguntarse ¿Por qué estas personas se embargaron en tamaña empresa de enseñar/estudiar medicina, cuando las posibilidades de acabar, ya no solo la carrera sino de acabar con vida, eran tan escasas?
Pues una vez más las respuestas son complejas pero en último término es un negarse a tirar la toalla, es una forma de sobrevivir, una forma de resistencia. Por cierto uno de los estudiantes, Marek Edelman, fue uno de los líderes del posterior levantamiento armado del gueto de Varsovia. Marek logró sobrevivir y especializarse en cardiología.
Y cuando las circunstancias son difíciles, como en los momentos actuales que estamos viviendo, el ejemplo de estos profesores y estudiantes es toda una lección de vida que nos anima a seguir adelante.
Como dijo Karolina Borman, otra de las estudiantes que lograron sobrevivir y terminar la carrera “Podíamos elegir entre desesperarnos totalmente, desmoralizarnos, suicidarnos (algunos lo hicieron), darnos al alcohol, al vodka, o a otras cosas, pero en vez de eso comenzamos a estudiar”.
Shalom
(*) Extraordinary curtailment of massive typhus epidemic in the Warsaw Ghetto (Lewi Stone, Daihai He,Stephan Lehnstaedt, and Yael Artzy-Randrup) Published Science Advancess, 2020 Jul.
https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC7455495/