Las condiciones de vida en esa época eran muy difíciles y la supervivencia en los guetos no escapaba a tal dificultad: el hacinamiento, las enfermedades, la falta de recursos de todo tipo y el hambre atroz eran lo cotidiano.

En los guetos los médicos intentaban hacer su trabajo con toda la profesionalidad que les era posible, pero tenían escasez de todo, incluidas las medicinas.

El gueto de Vilna: entrada e interior

Una de las primeras lecciones que se aprende cuando se estudia el Holocausto es: Entender los hechos desde el punto de vista de la víctima – No juzgar ni ponerse en el lugar de la víctima-

Dentro de este merecido respeto hoy vamos a considerar el dilema al que se tuvo que enfrentar en 1942 el Dr. Abraham Weinreb, médico del hospital del gueto deVilna en Lituania. Tenía que administrar insulina a sus pacientes diabéticos, pero no tenía suficiente Insulina para todos. ¿Qué hacer? ¿A quién dársela? ¿Se la administraba a todos hasta que se acabara o se la daba solo a los que tenían más posibilidades de salir adelante? Ante este dilema convocó un consejo formado por médicos, rabinos, abogados y autoridades del Consejo Judío local.

Algunos no se involucraron, otros dieron su particular punto de vista pero negándose a tomar una decisión de tal naturaleza. El  rabino dijo: “sólo Dios puede determinar quién debe vivir y quien debe morir”. El juez: “Uno sólo puede condenar a muerte a aquel que ha cometido un acto grave”. El médico: “No dar remedios a todos es hacer medicina nazi”.

Finalmente el Dr. Weinreb asumió personalmente la responsabilidad de la decisión administrando la insulina únicamente a aquellos enfermos que tenían más posibilidades de sobrevivir.

En  sus  memorias escribió: “Cuando se acabó la insulina y no quedó más para repartir, comenzaron a morir los pacientes, uno tras otro, sin poder ayudarles…

Entonces comprendí que, en las condiciones de los guetos, donde las vidas están destinadas a terminar en cualquier momento, no hay  posibilidad  de  lograr una solución positiva a  menos  de  retirarse  de  la  sociedad,… Cualquiera que desee  involucrarse se  encuentra permanentemente entre la espalda y la pared, sin capacidad de escoger entre el bien y el mal. Solo puede elegir entre el menor de los dos males….”

En vista del gran número de personas que murieron en el gueto y en los campos después de la liquidación del gueto, la lucha sobre la justicia en el “asunto insulina” parece trivial y tal vez ridícula… Pero no obstante, en esencia, esta lucha envuelve un problema: ¿Cuándo está permitido intervenir? Aún más, ¿cuándo es equivocado prevenir la intervención?”

Dilemas éticos de esta naturaleza están presentes en nuestra práctica médica, y ahora con ocasión de la pandemia de la Covid 19 se han vivido muy de cerca.

Y no solamente los sanitarios estamos sometidos a dilemas. Cuando se le concedió el Premio Nobel de la Paz 2020 al Programa Mundial de Alimentos su director ejecutivo, David Beasley confesó: “De noche no me voy a la cama pensando en los niños que salvamos, me voy a la cama llorando por los niños que no pudimos salvar. Y, cuando no tenemos suficiente dinero, ni el acceso que necesitamos, tenemos que decidir qué niños comen y qué niños no comen, qué niños viven, qué niños mueren

Ciertamente necesitamos la sabiduría que es de lo alto.

Shalom