2ª EPÍSTOLA DE PABLO A LOS CORINTIOS, CAP 3: 4-18:

4Esta confianza la tenemos mediante Cristo para con Dios. 5No que estemos capacitados para hacer algo por nosotros mismos; al contrario, nuestra capacidad proviene de Dios, 6el cual asimismo nos capacitó para ser ministros de un nuevo pacto, no de la letra, sino del Espíritu, porque la letra mata, pero el Espíritu da vida. 7Si el ministerio de muerte grabado con letras en piedras fue con gloria, tanto que los hijos de Israel no pudieron fijar la vista en el rostro de Moisés a causa del resplandor de su rostro, el cual desaparecería, 8¿cómo no será más bien con gloria el ministerio del Espíritu? 9Si el ministerio de condenación fue con gloria, mucho más abundará en gloria el ministerio de justificación, 10porque aun lo que fue glorioso, no es glorioso en este respecto, en comparación con la gloria más eminente. 11Si lo que perece tuvo gloria, mucho más glorioso será lo que permanece.

12Así que, teniendo tal esperanza, actuamos con mucha franqueza, 13y no como Moisés, que ponía un velo sobre su rostro para que los hijos de Israel no fijaran la vista en el fin de aquello que había de desaparecer. 14Pero el entendimiento de ellos se embotó, porque hasta el día de hoy, cuando leen el antiguo pacto, les queda el mismo velo sin descorrer, el cual por Cristo es quitado. 15Y aun hasta el día de hoy, cuando se lee a Moisés, el velo está puesto sobre el corazón de ellos. 16Pero cuando se conviertan al Señor, el velo será quitado. 17El Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad. 18Por tanto, nosotros todos, mirando con el rostro descubierto y reflejando como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en su misma imagen, por la acción del Espíritu del Señor.

“Los filósofos han intentado explicar el mundo, pero no se trata de explicar el mundo sino de transformarlo” (Marx) Debiéramos suscribir esta frase, aunque no coincidamos con Marx ni en los medios ni en los fines. La verdadera transformación sólo puede tener lugar a través de Cristo.

Hay un tipo de transformación que vemos ya en el Antiguo Pacto, en la persona de Moisés, según leemos en Éxodo 34:29-35:

29Después descendió Moisés del monte Sinaí con las dos tablas del Testimonio en sus manos. Al descender del monte, la piel de su rostro resplandecía por haber estado hablando con Dios, pero Moisés no lo sabía. 30Aarón y todos los hijos de Israel miraron a Moisés, y al ver que la piel de su rostro resplandecía, tuvieron miedo de acercarse a él. 31Entonces Moisés los llamó; Aarón y todos los príncipes de la congregación se acercaron a él, y Moisés les habló. 32Luego se acercaron todos los hijos de Israel, a los cuales mandó todo lo que Jehová le había dicho en el monte Sinaí. 33Cuando acabó Moisés de hablar con ellos, puso un velo sobre su rostro.

34Cuando Moisés iba ante Jehová para hablar con él, se quitaba el velo hasta que salía. Al salir, comunicaba a los hijos de Israel lo que le era mandado. 35Al mirar los hijos de Israel el rostro de Moisés, veían que la piel de su rostro resplandecía, y entonces Moisés volvía a ponerse el velo sobre el rostro, hasta que entraba a hablar con Dios.

Un cambio glorioso, que viene de parte de Dios. De fuera hacia adentro. Algo de la gloria de Dios le fue concedida a Moisés. Pero esta transformación es transitoria La transformación es pasajera, parcial, pedagógica, limitada a Moisés. Incluso el pueblo teme. La finalidad del Antiguo Testamento (AT) es diagnosticar, no dar la solución. La ley no nos da la solución. Por eso se le llama “ministerio de muerte”. La pedagogía al tapar el rostro es que no se fijaran en él como palabra última, sino en Alguien superior. Sin embargo, la mayoría del pueblo judío se ha quedado con el rostro de Moisés velado. Y aquello que es el objeto de nuestra mente es lo que se apodera de nosotros. El velo de Moisés se ha puesto en los corazones “el entendimiento se embotó –14- …el velo está sobre su corazón”. Por el AT no se consigue la transformación permanente y para todos.

Si esto ocurre con el AT, nos podemos hacer una idea de la transformación que hay a través del paganismo (todos los “ismos”: humanismo, secularismo, marxismo…) todo aquello que no es ni AT ni Evangelio. Colosenses 2:8 “… que nadie os engañe por medio de filosofías y huecas sutilezas…” (la especulación ideológica, doctrinal humana, producto del razonamiento) “…basadas en las tradiciones de hombres…” recibido a través de las generaciones, de origen puramente humano “…conforme a los elementos del mundo…” aquellas verdades que el ser humano percibe como religión natural al ver lo que compone el mundo. Las conclusiones a las que esto nos lleva pueden ser muy engañosas. Lo vemos en el discurso de Pablo a los atenienses. Cuando resume la enseñanza de Atenas dice: “…Dios, …habiendo pasado por alto los tiempos de esta ignorancia…” (Hechos 18:30) lo mejor que nos puede proveer el paganismo, se resume en Col 2:23: “cierta reputación de sabiduría, exigen cierta religiosidad, humildad y duro trato del cuerpo” Es el intento de salvación por obras. La jactancia estará servida, pues “eso no tiene valor alguno contra los apetitos de la carne” . Realmente no produce la transformación esperada.

Y por último, la transformación en el evangelio. Dos rostros: el de Moisés, y el rostro de Cristo. La gloria de Dios en la faz de Jesucristo. La gloria de este rostro es diferente. Es más eminente, más sublime. Y está sin velo. Miramos a cara descubierta, como en un espejo, la gloria del Señor. Gloria final, definitiva y permanente. La gloria de Moisés era delegada. La de Cristo nace de quién es él: Dios mismo. La de Moisés se limitaba a él mismo. La de Cristo se comunica: “nosotros todos…somos transformados (2 Co 3:18)”. Es una gloria que transforma, que quita los velos. El cual por Cristo es quitado.

Cada una de las personas de la trinidad está inmersa en este trabajo: vs 18: el Espíritu Santo; vs 14:Cristo, y Dios Padre también lo efectúa (2Co4:6) en el rostro de Cristo vemos la gloria no tanto de un maestro ni de un profeta, sino de Dios mismo. Hay una condición para que tenga lugar esta transformación: ha de haber una conversión. Una vuelta a Dios. Nadie puede ser verdaderamente transformado si no se ha convertido. “Cuando se conviertan al Señor, el velo les será quitado”. Tal y como le ocurría a Moisés, que al estar cara a cara ante Dios no existía el velo, nosotros hemos de ir al Señor y que él quite nuestro velo.

Tres pasajes en los que aparece “metamorfosis”: aquí (somos transformados), en la transfiguración, y en Romanos 12:2. Tiene un arranque inicial, pero es un proceso que luego continúa. Vs 18: “…de gloria en gloria…” Fijando mi atención y mis afectos en Cristo (mirando la gloria del Señor) el proceso continúa. Por eso es tan importante pasar tiempo en la presencia del Señor diariamente. Este tipo de transformación es desde dentro a afuera. (2 Co 3:3) Es una transformación vivificante. El espíritu vivifica Es una transformación justificadora (3:9) Es una transformación tan total, que el apóstol Pablo lo define como el nuevo hombre.

– Tres ámbitos de la transformación:

1. Nuestra ética (4:2): La ética tiene que ver con los métodos o medios que yo utilizo para conseguir fines, con el desarrollo de nuestras relaciones. Sin manipulaciones de principios ni de verdades, que están en la palabra de Dios. 2 Co 11: 4. Por eso es tan importante tener una buena doctrina y una buena ética. No puede ser una de las dos malas. Y es importante en todo este proceso tener una buena conciencia: 2 Co 1:12 . 2 Co 2:17. 1 Tim1:5. Fe y buena conciencia unidos. Si no, viene el naufragio 2 Co 10:12; 11:20. En estos casos vemos a quienes no habían sido transformados por Cristo.

2. Nuestra perspectiva del sufrimiento. (4:7-10): El sufrimiento hoy en día es un intruso del que no se quiere saber nada. Hay medios no aceptables para un cristiano para combatir el sufrimiento. Junto a la gloria de la que se habla en la epístola, se menciona el sufrimiento profundo, que es parte de la vida, y de la vida cristiana. El sufrimiento tiene un propósito. Será un medio para poder ser usados por otros. Hay quien ha dicho: “no he aprendido nada del éxito. Lo que me ha dado las grandes lecciones de la vida ha sido el sufrimiento” 16: por tanto no desmayamos… Ahí está la tribulación que Pablo considera leve y momentánea, pero que si consideramos la trayectoria de Pablo, vemos que estaba llena de sufrimientos, contrariedades, prisiones…, pero él tenía la vista puesta en Cristo, y en la eternidad. Entonces, todo es leve, momentáneo…

3. Nuestra perspectiva de la muerte. (5:1-5): Considerada hoy en día como el gran tabú de las sociedades desarrolladas. Sin embargo no debe ser así para el cristiano que está siendo transformado ante el Señor. La muerte no es la tragedia irreparable. Es una perspectiva llena de confianza. Estemos a cualquiera de ambos lados de la muerte, deseemos serle agradables (5:9) Y con una perspectiva clara de que habrá un juicio final, y habremos de dar cuenta ante el tribunal de Cristo.

(Continúa en parte II)